El enojo puede sacar lo peor de nosotros y así nos hace perder una gran cantidad de tiempo y energía.
Al enojarnos con otros, con nosotros mismos, con la vida, abrimos un lugar de oscuridad en nuestro interior que no nos permite ver con claridad.
Estamos enojados por algo qué pasó, o peor aún por algo que no pasó como nosotros queríamos.
Nos encerramos en pensamientos sobre ese suceso o no suceso que al estar en el pasado ya no podemos cambiar.
Nuestra energía productiva baja. Nuestra mente nos muestra solo pensamientos negativos. Dejamos pasar el presente sin vivirlo y sin disfrutarlo, anclados en querer cambiar algo que ya está lejos de nuestro alcance.
Actuamos entonces desde el enojo. Deseamos cosas malas. Nos hablamos a nosotros mismos o a otros con negatividad.
Suponemos que por ese error, por eso que sucedió de ahora en más siempre todo va a salir mal. Siempre vamos a estar enojados. Con ese sentimiento de ira y frustración.
Pero todo eso está en tu mente, contaminando tu esencia y tu corazón.
No hay manera de cambiar el pasado. Lo mejor que podemos hacer es ACEPTARLO y capitalizarlo. Aprender de él para no volver a reincidir esos caminos.
No hay mayor beneficio que haber salido de ese enojo con sabiduría. Con fuerza. Con ganas de no desperdiciar más tiempo con el entrecejo fruncido y energías negativas.
Yo suelto mi enojo. Ya no tengo ira hacia vos. Ya me perdone a mi misma por mis elecciones y decisiones pasadas.
Ya no quiero que habite en mi ese sentimiento que me aleja de lo real y presente.
Hoy ya no estoy enojada conmigo.
Hoy ya no estoy enojada con vos.
Y mucho menos con la vida.
Soy tan afortunada de estar viva que por ese enojo me olvidé de mirar al Sol;
De sentir el pasto en mis pies;
De escuchar los pajaritos y abrazar a mis amigos.
Ya no voy a dejar que el enojo se apodere de todo lo bueno que hay en mi .
Soy un ser con infinita sabiduría y aprendizaje.
Soy una bendición
No hay comentarios:
Publicar un comentario